Tuesday, October 11

¿Aun no has perdido tu fe en mi?



El personaje de Alfred Pennyworth, interpretado por Sir. Michael Caine, me ha parecido desde el estreno de “Batman Begins” (Batman inicia) el 15 de junio de 2005 un adorable ejemplo de la figura de coach dentro de la relación que mantiene con “Master Wayne”, como suele llamarlo, a quien conoce desde la infancia.

Una relación “especial” porque más que un mayordomo, Alfred es un padre adoptivo del huérfano Bruce Wayne, condición que adquiere trágicamente a los ochos años, cuando es testigo del asesinato de sus padres a manos de un criminal a la salida de la Opera.

Hacia la hora y diez minutos de esta saga encargada por Warner Bross a las puntillosas manos de Cristopher Nolan (Memento), la mansión Wayne arde en llamas y Alfred consigue llevar al sangrante Bruce Wayne dentro de un ascensor al sótano de la casa, donde presencia la derrota emocional de su “coachee” que se lamenta por los resultados de sus acciones.

- “Quería salvar Gótica y termine destruyendo todo lo que mi familia, mi padre había hecho”.

En seguida, Alfred lo saca de esa conversación de descripción de los hechos y auto flagelación, comprensible para nosotros los espectadores quienes compartimos su decepción, para recordarle que el legado Wayne es algo más que ladrillos.

Pero como suele pasarnos a todos cuando estamos en una conversación de queja, Bruce solo puede ver su fracaso; el duro choque de las expectativas que tenia contra los resultados reflejados en la realidad.

Y aquí es donde Alfred rescata una frase de la infancia de Bruce y la pronuncia a modo de pregunta.

– “Why do we fall? (¿Por qué nos caemos?)

Y sin esperar la respuesta le contesta:

– So that we can learn to pick ourselves up (Para que podamos aprender a levantarnos).

Este decir de Alfred saca a Wayne Jr. de la autocompasión y lo pone en otra emocionalidad.

Tiene la fuerza de conectarlo con muchas otras situaciones donde se sintió vencido y pudo superar el miedo - elemento esencial- de esta película que busca humanizar al superhéroe.

– Para que mis enemigos compartan mi miedo, señala Bruce para explicar la elección del símbolo del murciélago como insignia “logo” para Batman que le dará identidad propia sobre cualquier otro superhéroe.

Esta pregunta antes pronunciada por su padre, trae a la memoria de Bruce situaciones pasadas donde pudo superar sus miedos y enfrentó la adversidad desde otro lugar.

Escuchada de labios de Alfred en este presente devastado conecta al hombre con el objetivo que se trazo que lo llevo a crear a Batman. Su “para qué”.

Le recuerda su visión de futuro, aquello que declaró querer ser y hacer: salvar a Gótica de la corrupción venciendo a su poderoso enemigo -quien curiosamente había sido su maestro- el oscuro entrenador que lo inició en las artes marciales, interpretado en la película por el actor Liam Neeson.

De vuelta en aquel ascensor jaula, tras escuchar a su “coach”, Bruce intenta sobreponerse. Mira fijamente a los ojos de Caine y dice apenas esbozando una mueca de sonrisa:

- You still haven’t given up on me? (¿Todavia no has perdido tu fe en mi?)

Y este Lord en un bellísimo tono inglés británico enfatiza la seguridad de su inmediata y contundente respuesta:

- Never (Jamás).

Esa confianza está basada en un conocimiento estrecho de ese otro, su “hijo adoptivo”, en este caso.

De hecho, Alfred lo ayudo a trazar estrategias de camuflaje, a comprar armas, a encontrar ayuda y más de una vez a lo largo de la película ha rescatado a Batman herido de las calles y lo ha curado.

Lo conoce porque lo ha acompañado. Y confía en él.

Desde esos lugares de afecto encuentra en su mente las palabras que disipan en Bruce Wayne el miedo a fracasar nuevamente.

Y quiero resaltar el aspecto de la confianza basada en el conocimiento del otro porque lo considero posible de transpolar a procesos de mentoring dentro de las empresas.

El conocimiento y la confianza como punto de partida interesante para desplegar una energía increíblemente poderosa para el aprendizaje del “mentoreado”.

Yo confío en vos.

Aún cuando las cosas no salen como esperábamos nunca pierdo mi confianza en vos.
Nunca.

Yo te estoy acompañando. Conozco tus aciertos y errores. Y te recuerdo los aciertos.
La mano tendida para ayudar al otro a levantarse del suelo tras la caida.


Susan Arévalo
11.10.11