Sunday, December 4

Shhh. Si necesita escuchar... ¡escuche!

Competencias conversacionales

Convertirse en una suerte de “Master en Escucha” aparece hoy como una gran oportunidad para destacarse y enriquecer el ejercicio profesional, a la vez que una forma proactiva de nutrir las relaciones interpersonales en los ámbitos laborales.



Pocas cosas seducen tanto a una persona como el sentirse escuchada.


Los amigos “oreja” son un buen ejemplo.
Hombres y mujeres que pululan por los grupos de afinidad exhibiendo un encantador plus de paciencia para con los relatos ajenos.


Atentos a la descripción detallada de la decima ruptura “sin retorno” del mejor amigo con la misma novia de siempre. Inmunes a la tentación de argumentar en contra de la justificación del porqué esta vez es diferente de las anteriores nueve.
En perfecto control de sus emociones frente a la catarsis de la hermana que asevera estar convencida de que no se ha inventado el trabajo que la haga sentirse feliz.
Silente ante la verborragia soñadora del cuñado que delinea su cuarto emprendimiento y acude a él en búsqueda de su valiosa opinión.


Desde la visión del desarrollo de competencias conversacionales, la escucha es una de las más valoradas y necesarias en lo que hace a la construcción de relaciones de confianza.
El escuchar siempre implica dar sentido al decir del otro, interpretar lo que éste está diciendo.
En palabras de Rafael Echeverria “Es el escuchar no el hablar lo que confiere sentido a lo que decimos.”
Y alli reside precisamente el gran problema con el escuchar.
El sentido que le conferimos a lo que el otro dice, suele ser diferente del sentido que, quién habla, le está confiriendo a su hablar.
Ello, simplemente porque somos personas diferentes, con experiencias diferentes e historias diferentes; aun cuando hagamos uso de las mismas palabras y compartamos un lenguaje y hasta una jerga profesional.
Siempre conferimos sentido a partir de nuestras experiencias previas.
Por eso decimos que, en general, sin entrenamiento, “en transparencia” escuchamos al otro desde nuestra “escucha previa”.

Y el desafío justamente es poder aprender a reducir esa brecha que se establece entre el decir del otro y mi escucha. No puede ser eliminada del todo, pero si podemos a través del entrenamiento y la práctica sostenida, aspirar a disminuirla.
Ello implica aprender a usar algunas herramientas conversacionales concretas.
Por ejemplo, lo que se conoce como “escucha activa” o “escucha comprometida”.
Esto implica poder localizar mis juicios respecto a la persona que habla o al contenido de sus palabras y reconocerlos. Esta simple detección del lugar desde el cual me dispongo a escuchar, me coloca en una suerte de observador de todo el proceso y me alista a realizar una “escucha empática”. Ponerme en el lugar del otro por un momento.
Luego regresar al mío y redoblar la apuesta tratando de comprender cuál es el compromiso que esa persona está mostrando en su decir.
Cuáles son sus motivaciones o preocupaciones. “Para que” dice lo que dice.
Si está comprometido con describir, con enjuiciar, con tener razón.
Si está haciendo un pedido encubierto o compartiendo conmigo sus miedos.

Muchas personas tienen naturalmente desarrolladas algunas de estas actitudes que enseñamos en nuestros cursos; y por eso se tornan grandes “orejas” para su círculo íntimo: colegas de trabajo, empleados y demás allegados.

De esta manera, conocen de primera mano sus motivaciones, preocupaciones y ansiedades, y a partir de esa información, fortalecen la confianza, materia prima vital de las relaciones en el mundo laboral. Ejercen una influencia positiva y muchas veces se erigen en líderes, aun cuando formalmente no lo sean, ya que crean mucha resonancia en los demás.

Hoy en día se habla cada vez en un tono más fuerte acerca del capital social y se estimula la construcción de redes. Sin embargo, desde lo individual, el aprender a mejorar la escucha me parece un interesante factor diferencial, y especialmente para aquellos que tenemos gente a cargo, una oportunidad de desarrollo. Implica vincularme con el otro legitimando su “otredad”.


Amigo lector, si me permite un recordatorio: la próxima vez que reconozca resistencia interna ante el decir de una persona y aun así necesite escucharlo:

SHH…Si va a escuchar, calleSE y escuche”.


Detecte y silencie el dialogo interior para dejar lugar a ese legítimo otro.

Simplemente por curiosidad inténtelo y luego me dice como se sintió...

Susan Arévalo
04.12.11

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