Monday, March 19

¿No entendes? ¡Lee la etiqueta!

Después de dictar varios cursos de "Atención al cliente", hoy en día una escena se repite: Preparación de propuesta, elección de temas. Yahí la pregunta una vez más..
¿Empezamos preguntando a la gente que necesitan sus clientes? ¿O es demasiado obvio?

Y recuerdo una situación que viví hace un par de años en el salón de ventas de una conocida tienda multirubro situada en el microcentro porteño.

Confieso que siempre me gusto comprar cosas para el hogar.
Y los utensillos de bazar son mis predilectos: coloridos, sirven para los más variados propósitos, y aunque las mas de las veces van a parar al fondo de mi alacena... cuando los compro me prometo que amortizaré el precio con el uso intenso que les daré.

De modo que – habitualmente – cuando entro a estas tiendas voy directo a los canastos de oferta donde me estará esperando paciente
mi nuevo capricho.

Y así hice aquel lunes de septiembre a media mañana.

Fui raudamente para sentirme de lo mas ignorante al tomar entre mis manos algo que no supe definir.
Se parecía bastante a una simple y común cubetera, aunque con formas redondeadas, era de silicona blanca. Intrigada lo di vuelta e intente leer la etiqueta, que para mi decepción solo contenía el precio y el código de barras. ¿Qué hacer?
Lo quería, no sabia para que servia… ¡pero era tan lindo!

Y con ese diseño tan moderno seguro que para algo bueno servia.
Solo necesitaba que alguien me diera la explicación racional que me convenciera de que era absolutamente imprescindible comprarlo. Porque algo era seguro, de ahí me iría con ese producto que clamaba porque yo lo salvara de ese destino cruel en aquel canasto perdido donde quien sabe si otra persona reconocería su belleza.


Levante la vista y divise la presencia de una persona que seguramente me ayudaría.
Portaba un cartel con su nombre y apellido y estaba parada con la vista fija en un punto no determinado del salón.

Entusiasta me le acerque y la encare con mi más sincera cara de desconcierto y le dije. - "Buen día, disculpame me podes decir ¿que es esto? mientras le mostraba mi hallazgo.
Ahí estaba frente a mis ojos la puerta de salida certera al engorro de comprar algo que cuando me preguntaran para qué servia no sabría definir.

Me mirò a los ojos y dijo: - "Lee".
Flashback: Aula de escuela Primaria. Tiempo verbal Imperativo. Traducción: Leé Arevalo, leé.


Volví a la situación en aquel salón de grandes proporciones.

Y sólo atine a responderle: - ¿Cómo?
¿Y que creen? Imaginanse: reaccionó.
Se dio cuenta de que ese ser palido y mudo (o sea yo) era un cliente y que estaba ahí pidiendo ayuda.
Por eso se corregió y intento ser más asertiva en su mensaje.
Tomo aire y repitió de un modo mucho más claro...

- "Que leas la etiqueta".






Full stop. Silencio.

De todas las cosas que podría haber hecho del tan mentado proceso de atención de clientes no hizo ninguna.
Ninguna. No me reconoció. No fue empática. No se mostró con actitud proactiva para ayudarme. Nada.

Creo que sirve volver a las bases.
No abordar el tema de quienes son los clientes y que necesitan como algo obvio, pero si reflexionar.

Comenzar el juego reafirmando ue esperan de nosotros.
Sin aproximaciones teóricas, sino como un punto de partida y de llegada final donde existen sujetos con necesidades que no son a priori, como en este relato, tan difíciles de satisfacer.

 
Susan Arévalo
14.05.12

Monday, March 5

Aprenden de lo que ven

- " Aprenden de lo que ven ... no de lo que les decimos"
Esto me dice el lunes pasado una coordinadora operativa a cargo de mas de 70 personas en un importante centro de atención telefonica en una reunion posterior al dictado de unas capacitaciones.

La cultura de servicio en esta empresa la aprenden "los chicos" del call center de lo que ven hacer a los operadores màs antiguos. Pero fundamentalmente a sus supervisores.
Si el supervisor trata bien a la gente y es asertivo al momento de dar la información, ellos aprenderan a hacer lo mismo.

Interesante.


El gran desafio de entrenar en actitudes, y dentro de ellas la de orientacion al cliente, satisfacer las necesidades de los clientes nos lleva nuevamente a la necesidad de que los procesos de capacitacion involucren desde el inicio a los mandos medios, a los roles de supervision.

Por eso el coaching, el seguimiento, el modelado de las conductas se presenta como una herramienta ùtil, indicada porque nadie nacio sabiendo pero todos aprendimos equivocandonos. Y estas personas, los supervisores, que comenzaron como operadores tienen un bagaje importante de experiencia, de practicas que les reportaron resultados, algunos cercanos a lo que sus objetivos les demandaban. Otros que no lo han sido, pero que si les han dejado aprendizaje.
Y es ese un valioso capital para transmitir a los que ingresan con “sangre nueva”.

Atender a clientes, beneficiarios, socios o como sea uso y costumbre denominarlos es desgastante y “ceniciento” porque pocas veces las personas gratifican con palabras o gestos una buena atención.
Pero todos nos volteamos a ver los enojos o exabruptos de clientes ante una mala atención.

Por eso es interesante para nuestro quehacer rescatar a esos “grandes” que hacen lo mejor que pueden, que tienen experiencia y que, hoy por hoy, son referentes en la formación de nuevos operadores.

Son tan modelo de conducta para los “chicos” nuevos, como los padres para los "bajitos".

Esos de pasitos cortos y delantal escolar que solamente aprenderán a tira el papelito en el tacho de la calle, si los papas hacen lo mismo porque ambos son expertos en encontrar incongruencias entre el decir y el hacer.

Susan Arévalo
14.05.12